Wednesday, August 30, 2006

EN LA VENTANA

(He de dar las gracias a José Maros Ramos por este "Duro invierno": una increíble
imagen de oscura luz)


Recorté mi silueta sentada
en una vieja ventana sin alfeizar,
sin poyete ni persiana,
sin cristal…en fin…
quizás no fuera una ventana…
Un abismo tan solo
por el que asomar los ojos a la vida
para dejar de ver los muebles
de la casa.

El juego de mirar,
bien podría ser llamado un arte…
tan lento y doloroso como cualquier entrega,
como lo son, las demás torpezas
(magistrales, sin duda) de todos los artistas.

Hay días en que el cielo está tan claro…
que has de pagar bien cara la osadía
de alcanzar a mirarlo… hay días…
en que la luz te lastima los ojos
cuando miras por dentro de las cosas.
Cuando entiendes que nada
puede verte por dentro.

Hoy recorté, tan sólo una silueta de entonces,
(como un recuerdo plano),
una mujer sentada en el vacío.
O tal vez el vacío vagando por los ojos
de esa mujer sentada.

Y el mundo entero quieto, detrás de la ventana.
escondiendo su vida en la mirada
de una silueta inmóvil.

Sunday, August 27, 2006

DE LO FRÁGIL


Toco la flor. Ahí,
creciendo entre los ojos de la tierra
como un filo de luz
inexplicable.

Toco su olor alborotado
de dichas y tragedias
atadas a los pétalos.

El quebradizo color de su postura,
afrontado la brisa,
de esta tarde de Marzo.

Toco la delgadez de su presencia
y comprendo ese miedo
que te late en los labios
como lluvia.

Tuesday, August 22, 2006

Un cuento

Y de pronto ella
se quedaba encerrada
por dentro de su instante,
sola…agua de laguna
que no puede escapar.

Sola en sus ojos,
y en los últimos ríos de sus manos…
mientras la tarde danza
en los abetos.
Y el aire, sigue oliendo a selva,
como todas las tardes.

Saturday, August 19, 2006

ME ABRACÉ A LA MONTAÑA

Me abracé a la montaña cuando todo caía.
Cuando el suelo era un trágico río
que no paraba nunca de llevarse la vida.
Yo miré atormentada a los relojes
y quise descolgar unos segundos
de su papel marchito. Pero todo era inútil.

Me abracé a la montaña, porque ella estaba quieta
y me miraba siempre con esos mismos ojos
de la espera paciente, con que miran los viejos.
Esos con los que, en otro tiempo, me miraba tu alma.
(que son los mismos ojos con que nos mira la vida
y con los que nosotros miramos a la muerte).

Me abracé a la montaña y me curó por dentro
con su aliento de piedra y con la soledad de sus caminos.
Y me dejó levantarme hacia las nubes,
y me enseñó la pequeñez de todo lo que queda en la distancia.
Y ella también me abrazó con cada una de sus cimas
de envejecidos dedos infinitos.

Thursday, August 17, 2006

Puesta de sol


La tarde me contesta cuando ya no la espero.
Responde a mi silencio un rugido rosado
de dioses que me escuchan.
(quizás la voz del bosque)

Responde a mi mirada un beso tibio
de luces primorosas
que vienen a mis manos desde el agua.
Que me agitan el alma
dulcemente.

La tarde me contesta cuando siente mis pasos
perdidos en sus huellas.
Me atrapa entre la piedra morada
de su cielo
y me arroja a la noche
con mis ojos de niña,
con sus ojos… cansados ya de luz.

La tarde y yo… agazapadas
en ese sol rojizo, que ya habita
inevitablemente
en el fondo del mar.