El tiempo desespera sobre los cristales ocres de la noche.
Llora sus matices rojos, sangra mariposas de invierno
que se atropellan en su trágica muerte, en el estanque.
(ya parecen tan sólo algunas hojas secas, amontonadas).
Un búho escucha. Llora… con los ojos heridos,
con la noche cayendo sobre sus plumas quietas.
Y yo… sólo puedo tocar este frío, que atraviesa la carne.
Y que lo rompe todo.
Y yo… con mi alma dormida en aquel tronco hueco,
donde el camino espera.
El sol es una historia antigua, que se extingue,
en el leguaje gris de las pérfidas nubes… Que se empeña
en quedarse enredado en los senos vacíos de una ninfa,
en el regazo atormentado de los últimos hombres.
El sol… floreciendo en las alas de una garza
mientras la luz se muere...
Dulcemente se muere.