Hay golpes que te dejan un dibujo morado pudriéndote la carne... Los besos del odio. Son más fuertes que los del amor. Pero igualmente se curan con el paso del tiempo… Otros no se te quedan en el cuerpo, pero rebotan en la cabeza sin que sepas, de dónde puede haber venido su eco a zumbar en tu cerebro. También hay golpes que se los da uno mismo con cierta inercia torpe y masoquista... Pero es esa, una mutilación voluntaria, inevitable e imprescindible.
...Siempre me llenan tus preciosas y sensibles odas al aire y a los sentidos...se me clavan en los mares del alma, y siempre es su pinchazo esclarecedor y vivo... un abrazo Amanda. Carlos
6 comments:
El dolor de la crisálida es como es al cielo el naufragio de la golondrina...
precioso.
un abrazo
qué hermosas analogías.
Sí.
Me duele el horizonte fragmentado,
desnuda cada escarpa, cada monte,
me duele el olor a tierra cansada,
y alborotado mis sentidos, me desnudo.
Ante tu poema.
Es un dolor de vida, bajamar. Un beso.
Gracias por venir, Almena, por leerme.
Ignacio, en ese horizonte framentado la tierra no está cansada, sino nueva. Gracias por tu desnudez.
...Siempre me llenan tus preciosas y sensibles odas al aire y a los sentidos...se me clavan en los mares del alma, y siempre es su pinchazo esclarecedor y vivo...
un abrazo Amanda.
Carlos
Precioso, Amanda. Me ha hecho recordar a alguien que por quererle tanto también me dolía, me dolía su dolor.
Gracias por tu comentario. Cuando lo leí me sonó mágico, y claro, luego miré y supe que venía de aquí.
Un beso.
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