Deja que tiemble hoy…
Que he visto arrodillado mi destino.
Los perros se han marchando en silencio,
la humanidad que queda está dormida
entre las hojas secas.
Tus manos van cayendo sin fin
como la lluvia.
Sin detenerse nunca en ningún sitio,
sin apenas llegar…
tus manos… ni tus ramas.
Y tu silueta aparece por las calles
atravesando árboles y charcas
sin recordar sus nombres.
Como si fueras sólo un animal herido
que aúlla en el perfil del universo.
Un hombre ordena en la distancia
con el dedo engrosado de poder
que alguien se humille.
La niebla que le envuelve
nos oculta en final.
Hay una voz que grita…
¡Quiero morir ahora
que el sol está maldito!
Habré logrado así
que mi vida sea hermosa.
Pero nada sabremos los demás
de aquella muerte oscura.
Se muere en soledad
inevitablemente
(de uno en uno).
1 comment:
Intenso...con fuerza...me ha gustado...(no pierdo la costumbre de que siempre me deslumbre tu pluma:)
Besos.Carlos
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