Saturday, August 19, 2006

ME ABRACÉ A LA MONTAÑA

Me abracé a la montaña cuando todo caía.
Cuando el suelo era un trágico río
que no paraba nunca de llevarse la vida.
Yo miré atormentada a los relojes
y quise descolgar unos segundos
de su papel marchito. Pero todo era inútil.

Me abracé a la montaña, porque ella estaba quieta
y me miraba siempre con esos mismos ojos
de la espera paciente, con que miran los viejos.
Esos con los que, en otro tiempo, me miraba tu alma.
(que son los mismos ojos con que nos mira la vida
y con los que nosotros miramos a la muerte).

Me abracé a la montaña y me curó por dentro
con su aliento de piedra y con la soledad de sus caminos.
Y me dejó levantarme hacia las nubes,
y me enseñó la pequeñez de todo lo que queda en la distancia.
Y ella también me abrazó con cada una de sus cimas
de envejecidos dedos infinitos.

4 comments:

Topacio said...

Metafórico y bello poema. Habrá que encontrar esa montaña a la que abrazarse.

Besos.

Anonymous said...

Yo no alcanzo a saber que ojos del alma son aquellos que te miraban como los de una montaña.
Quizás un padre, un abuelo, un amor.
Lo que si creo, es que no es inutil tu intento de descolgar segundos.
Lo que si creo es que eres tan profunda como el abrazo de una montaña.
Estás diciendo ultimamente, Amanda que no lo eres, abrazos para los que puedan perderse en tu montaña.
¡¡Gracias!!
Y un saludín.

ecasual said...

En la definitiva, eterna,
entrega al paisaje.

Anonymous said...

Qué abrazo de montaña tan profundo. Curación eterna. Un saludo para ti.