La tarde me contesta cuando ya no la espero.
Responde a mi silencio un rugido rosado
de dioses que me escuchan.
(quizás la voz del bosque)
Responde a mi mirada un beso tibio
de luces primorosas
que vienen a mis manos desde el agua.
Que me agitan el alma
dulcemente.
La tarde me contesta cuando siente mis pasos
perdidos en sus huellas.
Me atrapa entre la piedra morada
de su cielo
y me arroja a la noche
con mis ojos de niña,
con sus ojos… cansados ya de luz.
La tarde y yo… agazapadas
en ese sol rojizo, que ya habita
inevitablemente
en el fondo del mar.
Responde a mi silencio un rugido rosado
de dioses que me escuchan.
(quizás la voz del bosque)
Responde a mi mirada un beso tibio
de luces primorosas
que vienen a mis manos desde el agua.
Que me agitan el alma
dulcemente.
La tarde me contesta cuando siente mis pasos
perdidos en sus huellas.
Me atrapa entre la piedra morada
de su cielo
y me arroja a la noche
con mis ojos de niña,
con sus ojos… cansados ya de luz.
La tarde y yo… agazapadas
en ese sol rojizo, que ya habita
inevitablemente
en el fondo del mar.
6 comments:
¿Tarde de Carnota?
Yo diria que por lo menos gallega.
Biquiños.
No suelo preguntar
como se marchan los días,
ni como llega la noche,
existe un camino mágico,
entre el mar y la montaña
y un infinito espacio,
me responden de mis actos.
Entretejido sabiamente.
Bs.
Amanda, gracias por tu paso por mi tiempo.
No abandones tus ojos de niña en el tuyo. Aunque estén cansados...
La tarde me contesta cuando ya no la espero... bello poema.
Un saludo.
Lisola
La voz del bosque,
tan azulada.
Siempre alguien o algo nos contesta cuando ya no lo esperamos.
Hermoso poema.
Un beso.
¡Ay el mar, la mar...!
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